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Trisa


(Diario personal de Øriôn Mörluc, 12 de Ambis de 3127)

Hoy he vuelto a añorar aquellos lejanos atardeceres en Digital City. Debe ser que me estoy volviendo, inevitablemente, viejo. Recuerdo que mi trisabuelo me llevaba de su anticuada mano de cinco dedos por el pulcro laberinto de calles de mi ciudad natal. El atardecer duraba varias horas. El sol parecía rodar lánguidamente por el horizonte, sin ninguna prisa, hasta que al final se ocultaba para dejar paso a la noche estrellada.

Durante el ocaso, los cálidos rayos del astro teñían de oro las estructuradas edificaciones, las ordenadas avenidas y las geométricas plazas. También nuestros felices rostros gozaban de aquella cosmética transformación. Mi "trisa" aprovechaba aquellos agradables paseos para contarme sus interminables batallitas de juventud, algo que ahora comienza a sucederme a mí. Debe ser por la avanzada edad que empiezo a ver con claridad cristalina los sucesos más lejanos, cuando soy incapaz de recordar lo que hice ayer. Parece como si el peso de los años acumulados te hiciera echar la vista sobre tus primeros pasos alejando tu atención del patético presente.

Mi "trisa" vivió muchos años, aunque no tantos como los que este viejo cuerpo mío acarrea ya encima. Podría haber vivido muchísimos más si no fuera porque su descuidado carácter no se lo permitió. Su lema era más la diversión que la precaución. Así fue como un fatídico día sufrió el imperdonable desliz de olvidar conectarse a la red para recargar sus células energéticas durante el sueño. Por eso nunca más se despertó. Se perdió los mejores años de mi vida por un tonto descuido. Cuando tu maltrecho cuerpo depende en tan gran medida de la tecnología no puedes cometer semejante error. Pero así era él y murió con la misma coherencia con la que transcurrió su vida.

Los días que pasé a su lado fueron para mí de los más entrañables que recuerdo. Nunca nadie me dedicó tanta atención como él. Cuando me contaba aquellas singulares historias, sus ojos brillaban cada vez con más viva emoción. Sus propias palabras retroalimentaban la evocación y nuevas anécdotas acudían raudas a su mente. El brillo titilante del sol poniente palpitaba en sus alegres ojos y bailaba feliz en sus profundas pupilas. Su rostro adquiría miles de matices diferentes a lo largo de sus entretenidas narraciones.

Aún ahora, no puedo contener mi sonrisa cuando recuerdo los inverosímiles finales con que remataba sus historias. Yo siempre me enfadaba con él porque, después de haberme tenido en vilo durante tanto tiempo, me tomara el pelo de aquella descarada manera como colofón. Entonces él adoptaba su semblante más severo y, con la mano izquierda sobre su pecho y la derecha blandiendo su índice hacia mí, me aseguraba que todo aquello era "au-tén-ti-ca-men-te cierto" y yo no podía dudarlo ante su abrumadora certeza. Luego volvíamos caminando hacia casa mientras el sol remoloneaba aún sobre la zigzagueante línea del horizonte y en toda la ciudad se conectaba el alumbrado artificial.

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¿Y si la Muerte te buscara porque escapaste hace siglos a su guadaña? ¿Y si Judas fuese el verdadero héroe del Nuevo Testamento? ¿Y si un día te dieses cuenta de que el niño de una foto que sacaste a diez mil kilómetros de distancia de tu casa está en peligro? ¿Y si un famoso superheroe descubre que es gay? ¿Y si un psicópata se enamora de su víctima? Cada uno de los cincuenta relatos de este libro está escrito para hacer pensar al lector. Si eres creyente, mejor no lo leas.

Camino de tus quehaceres más cotidianos te puede suceder la más impensable aventura, sobre todo si estás leyendo el libro 50/30 Historias para el Camino de mi buen amigo JAP Vidal. 50 sorprendentes historias recopiladas de su exitoso blog Retalls de Lectura y que ya está a la venta en Amazon para tu disfrute. Te lo recomiendo. Clica en la imagen para acceder.

El enamorado perpetuo


Hace ya tiempo que os amo, señora,
y aún me hallo bajo el mágico efecto
que ejercieron sobre mí
vuestros ojos hechiceros;
pues cada mañana, al despertar,
vuelvo a contemplarlos de nuevo
y el hechizo se reafirma
tornándose imperecedero.

Presumo vuestros labios, señora,
emponzoñados de un fatal veneno:
el irresistible deseo
que me encadena a vos
con eslabones de hierro.
Víctima soy de una tórrida fiebre
que pone a cocer mis carnes
cuando pienso en vuestro cuerpo,
que hace hervir mi sangre
al recordar vuestros mimos,
que funde todo mi ser
al evocar vuestros hábiles dedos.

Me creo, de este modo, esclavizado,
a vuestra entera merced
y por completo indefenso.

Mas… posáis vuestras manos en mí
y todo son caricias, amor y bondad
para vuestro desvalido reo;
con ellas me desencadenáis
y me dais la libertad para marchar;

mas… ¡no quiero!,
pues soy adicto a vuestros besos
y dependo ya, para vivir,
de vuestro cálido aliento.

Øghär


(Diario personal de Øriôn Mörluc, 34 de Odrila de 2859)

“Cuando nuestra maltrecha gente llegó a nuestro querido planeta Øghär por primera vez, éste estaba dominado por unos violentos bípedos de escasa inteligencia y pobres recursos. Ante nuestra precaria situación y el claro dominio tecnológico a nuestro favor, no tardamos apenas un suspiro en vaporizar toda forma de vida y dejar nuestra nueva casa completamente aséptica.

Ya os habrán explicado en vuestro Centro Educativo las grandes dificultades que puede ocasionar en nuestros organismos la más diminuta partícula biológica ajena a nuestra morfología; de ahí la importancia de una eficiente fumigación.

Inmediatamente después, se procedió al encapsulado del globo planetario bajo una gruesa capa, elástica y resistente, de preciosa baquelita verde. Una vez cimentado nuestro nuevo suelo, todas las naves nodriza aterrizaron y se comenzó la construcción de las primeras ciudades.

En poco tiempo, grandes cantidades de edificios configuraron una estructura ordenada donde habitar en paz y armonía. Aquel momento fue tan glorioso para nosotros que se inició un nuevo calendario, adaptado al caminar de nuestro nuevo mundo alrededor del nuevo sol, y se desechó el antiguo definitivamente. Así empezamos a contar los nuevos días con la esperanza de alcanzar el esplendor perdido en nuestro mundo de origen. Una misteriosa energía nos impulsaba a superarnos con creces.

Un milenio después, nuestra civilización estaba plenamente consolidada en Øghär y partieron las primeras naves a sondear el Universo en busca de nuevos planetas para colonizar. Habiendo estado tan cerca de la extinción el plan era diseminarse por todo el Cosmos.

Pero antes de eso, todas las naves se encaminaron juntas hacia la ubicación de nuestro antiguo sistema. Allí sólo quedaba la negrura del espacio. Los dos soles gemelos se habían volatilizado barriendo a su paso nuestros siete mundos habitados.

Aquella visión provocó muchas emociones intensas y una profunda tristeza entre nuestros pioneros. Tras unos minutos, en los que nadie supo qué decir, las naves se fueron dispersando silenciosamente por el Universo en pos de nuestros nuevos sueños.”

• • •

Cuando se desvanecieron las imágenes tridimensionales y se iluminó levemente la sala, pude ver que los ojos de Mâ¥i estaban húmedos y brillantes. Se me antojaron, por un irracional momento, aquellos soles gemelos que durante tanto tiempo habían iluminado a nuestros antepasados. Con la intención de apaciguar sus emociones, posé mi mano sobre la suya y, al sentir bajo su piel las vibraciones de sus servos, una explosión de luz se inició en mi pecho expandiendo un sentimiento desconocido por todas las partículas de mi organismo. Nos miramos en silencio, durante un instante eterno, hasta que amaneció una tímida sonrisa bajo aquellos fulgurantes astros.

Volveré


Volveré a ser feliz
no importa cuántas veces
rechacen mis regalos.

Volveré a vivir
no importa cuántas veces
me tengan que matar.

Volveré a ser yo
no importa cuántas veces
me digan que soy humano.

Volveré a la luz
no importa cuántas veces
caiga en la oscuridad.

Volveré al amor
no importa cuántas veces
mis ojos se ahoguen en llanto.

Volveré a soñar
no importa cuántas veces
me tope con la realidad.

Volveré a la calma
no importa cuántas veces
me seduzca el arrebato.

Volveré a equivocarme
no importa cuántas veces
me tenga que excusar.

Volveré a sentir
no importa cuántas veces
me puedan hacer daño.

Volveré a ser bueno
no importa cuántas veces
me tiente la maldad.

Volveré a vencer
no importa cuantas veces
deguste el sabor del fracaso.

Volveré, lo juro,
no importa cuántas veces
parezca haberme olvidado.

Despertar


Al alba
se levantan tus divinos párpados
y dos hermosos soles verdes
iluminan mis facciones humanas.
Su belleza me deslumbra y me extasia
mientras percibo el calor de la mañana
que depositas sobre
mis aún frescos labios;
tu cálido aliento vital pone
mi corazón en marcha.

He vuelto a la vida
después de un profundo sueño,
acunado por la calma y los arrullos
de tu respiración y tus latidos,
y he descubierto, junto a mi costado,
toda la belleza disponible en el Universo
concentrada en tu dulce rostro
y todo el amor universal
en tus manos y en tus labios.

Soy un hombre afortunado:
esta mañana al despertar
tú estabas justo a mi lado
habiendo mil lugares donde estar.



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